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Entrevista a Rodolfo Alpízar Castillo

Biografía
Rodolfo Alpízar Castillo (La Habana, 1947). Traductor de medio centenar de obras de autores de lengua portuguesa, entre ellos el Nobel José Saramago y los Camões Pepetela, Paulina Chiziane, Mia Couto y Germano Almeida. Autor de decenas de textos relativos a la lengua española, entre los que sobresalen El lenguaje en la Medicina (tres ediciones), ¿Cómo hacer un diccionario científico-técnico? (dos ediciones) y Para expresarnos mejor (siete ediciones, la última, 2023, en Panamá.
Autor de trece novelas con temáticas diversas y tres libros de cuentos, publicados en Cuba, Estados Unidos, España, Canadá, Panamá, Portugal y México.
Desde enero de 2020 mantengo, en la revista digital guatemalteca Gazeta, la columna Escrito en Cuba, que presenta narradores cubanos. En la biblioteca de esa propia revista se encuentran en descarga gratuita las novelas Sobre un montón de lentejas y Empecinadamente vivos, además del cuaderno de cuentos Amorosos y disparatados.
¿Qué te llevó a iniciarte en la escritura?
No podría señalar una única causa, o un momento de “iluminación”. Desde que tengo memoria me fascina la palabra escrita. Quizás fue la causa de que aprendiera a leer sin ir a la escuela, jugando con una pelota con mi hermano Rafael, un año menor que yo (soy el segundo de once hijos de madre y padre…, más cuatro anteriores). Enseguida comencé a leer cuanto pasara por mis ojos: anuncios, marcas de productos, periódicos, ¡novelas del oeste!
De inmediato, al deslumbramiento por la lengua escrita siguió el deseo de juntar por mí mismo letras y palabras y que tuvieran sentido. Asistí de modo irregular a la escuela (soy licenciado, pero no bachiller, por ejemplo), pero lo que más me gustaba en ella era hacer narraciones, con preferencia por las escritas. Por placer, ayudaba a los más atrasados con las tareas de lenguaje (composiciones y realización de oraciones con esta o aquella palabra, búsqueda de sinónimos). Entre los que ayudaba se contaban, como suele suceder, los fuertotes y guapetones. Como, por otra parte, tampoco era un llorica, ello resultó una buena protección, sin proponérmelo, contra eso que ahora llaman “acoso escolar”, y que por entonces no convertía a nadie en candidato a futuro cliente de psicoterapeutas.
En resumen, nada me llevó a la escritura; desde que supe sostener el lápiz en la mano anduvimos juntos.
Eso sí, a los catorce o quince años comencé a escribir poemas… (Afortunadamente desaparecidos en el tiempo).
A la hora de escribir, ¿sigues alguna rutina? ¿Tienes alguna manía?
Confieso no tener rutina ni manía alguna para escribir. Imagino que eso me resta puntos en la bolsa literaria de valores. Veo en las redes (sobre todo Twitter, ahora X) que una de los tópicos (uso tópico en su real sentido de “lugar común”) es “las manías”, los rituales que tiene los escritores: Se cuentan, se preguntan. Me basta con que no me interrumpan demasiado. El silencio me ayuda, pero no es condición excluyente para escribir (no hay que olvidar, que provengo de familia numerosa de escasos recursos, por lo que estoy vacunado). Me gusta que me acompañe la música (los clásicos, la ópera), pero es una relación un poco rara, no siempre la pongo, pues a veces me distraigo, o me molesto al darme cuenta de que no oí cierta pieza. Eso sí: Prefiero la noche para escribir. Es un tiempo en que no hay silencio absoluto, pero son pocos los ruidos, y no hay personas que interrumpan.
Durante el día prefiero trabajar (traducir o revisar textos).
¿Qué es lo que más te cuesta del proceso de escritura?
Lo que más me cuesta es aceptar por bueno lo que estoy escribiendo. Por la facilidad con que ahora se quita, agrega, modifica, la inconformidad con mis textos se ha convertido en un escollo sobre el cual debo trabajar.
Me explico: Para comenzar a escribir, debo tener claro el final aproximado. Esa tal vez sea una manía.
Una vez que tengo la idea del final, puedo comenzar a escribir, aunque no siempre por el principio (a veces sí), el cual cambio varias veces, hasta que me convence. Como, además, soy revisor de lo que otros escriben, la manía perfeccionista que eso crea a veces me perjudica. De hecho, me está perjudicando en la novela que escribo en estos momentos, y que he dejado un suspenso casi terminada, pues no me convence. Si mi obra no me gusta, no la muestro a nadie. La rehago hasta que me guste.
Por ejemplo, Habrá milagro (solo publicada en papel, en Cuba), conoció unas trece versiones. La novela más reciente en salir de imprenta (Memoria sin casa. Autobiografía no autorizada, de la cual hablaré más adelante) fue hecha y rehecha incontables veces, y demoré más de una década para terminarla, incluso escribí otras en ese lapso, hasta que decidí, por la opinión de gente querida, que ya podía ir a imprenta.
En resumen, lo que más me cuesta del proceso es estar de acuerdo con lo que escribo.
No está entre las preguntas, pero quiero declararlo: Además del hecho mismo de dar vida a los personajes, disfruto mucho el proceso investigativo que algunas de mis novelas tienen como soporte: Brindis por Virgilio (que me llevó a sesiones de Alcohólicos Anónimos, por el tema que aborda), Estocolmo (que me hizo conocer muchas formas de maltrato a la mujer), Empecinadamente vivos (en descarga gratuita, como indiqué antes; referida a un hecho histórico ocurrido en Cuba en 1957 que, a pesar de ser uno de los más extraordinarios de la historia nacional, nunca mereció tratamiento por nuestros narradores, y cuya elaboración me permitió conocer a varios de sus participantes directos) y Robaron mi cuerpo negro (sobre sublevaciones de esclavos en el siglo xix, para lo cual debí consultar mucha bibliografía sobre la época y el personaje real, la esclava Fermina, en que me basé). Con esta última novela guardo una relación amorosa muy intensa.
Seguro que tienes muchas ideas en mente, ¿en qué proyecto estás trabajando a día de hoy?
Como mencioné unas líneas antes, ando con una novela con la cual, en esos momentos, la relación está tensa. Decidimos darnos un descanso, cual pareja con desavenencias (en nuestro caso, salvables). Trata de un personaje semimítico de nuestra historia, no cubano, cuya existencia real he comprobado (con proceso investigativo previo y simultáneo a la escritura). Prefiero no ampliar sobre esto, pues estamos disgustados en este momento. Espero que pronto nos arreglemos y logre terminarla. Solo adelanto que es posible que aparezca en dos partes.
Como muchas otras personas, nos gusta leer. ¿Cuál es tu género favorito y tu autor/a?
Mi género favorito es la narrativa, en especial novelas. Como mi trabajo es leer, a veces me veo obligado a leer narrativas de poca o ninguna calidad. Lamentablemente, eso no me deja tiempo suficiente para el disfrute.Mis autores modélicos son José Saramago, portugués, Miguel de Cervantes, español, y Alejo Carpentier, cubano-francés. No significa que no disfrute mucho de otros que también considero maestros; simplemente, con ellos me siento más identificado estilísticamente. (Con Saramago y Cervantes, además, humanamente).
Leo poca poesía, pero mis dos cumbres son César Vallejo y Fernando Pessoa (en sus varios heterónimos); incluso los cito en algunas obras. Cerca hay más, pero es a ellos a quienes acudo repetidamente.
Háblanos un poco de ti, ¿qué te gusta hacer aparte de escribir?
Además de escribir, me gusta lo que hago: traducir y revisar.
Revisar es labor muy ingrata, pero me hace feliz imaginar que tal vez ayudo a otros a ser mejores en la escritura (lamentablemente, no siempre se cumple).
Traducir no es para mí propiamente un trabajo, es una placentera forma de superación profesional. Traduzco ensayo, que me aporta mucho conocimiento general, sobre todo político y social, y narrativa. Siempre que termino de traducir una novela siento que he terminado un curso de narrativa, pues en el proceso descubro y aprendo lo que en la lectura normal no se ve: desde la técnica hasta los trucos del autor. Incluso descubro pequeños desaciertos y erratas que no vio él ni vieron los editores.
Como todo en la vida, hay que trabajar duro para alcanzar nuestras metas. Para ti, ¿qué es lo más difícil de pertenecer al mundo literario?
Me resulta difícil responder, pues lo cierto es que, aunque sé que pertenezco al mundo literario, no me siento parte de él. En la práctica, mis grandes amigos, los imprescindibles, los de toda la vida, los adquirí fuera del mundo literario. Esto no significa que no tenga excelentes relaciones con algunos escritores, con varios desde hace tiempo. Precisamente, recientemente murió F. Mond, uno de los contados escritores a quienes he tenido como amigos. Extranjeros, solo con José Saramago he sostenido amistad, aunque tengo relaciones amistosas con varios de los autores que he traducido.
A día de hoy, ¿crees que es fácil vivir de la escritura?
Creo que es casi imposible vivir solo de la escritura. Con el incremento incesante de la oferta, cada vez será más difícil. El lector tiene tanto donde escoger que no sabe qué leer. Sobre todo, porque hay poca diferencia entre los productos y las calidades. Por los títulos y las cubiertas que veo en las redes, las temáticas parecen ser más o menos las mismas: guerras y fantasías intergalácticas, fantasías medievales que mezclan las anteriores, sagas “históricas” sin nada que ver con la historia, brujas, dragones, zombies, vampiros y sus combinaciones.
Ante la realidad de esa superproducción literaria (hago abstracción de la calidad que las obras puedan tener o no), se va creando un lector “especializado” en ella, dependiente, a la hora de escoger, más de la promoción y la labor de los influenciadores que de los contenidos o la maestría escritural. Quien pretenda vivir de la escritura debe ser consciente de esa realidad.
Por mi parte, dudo mucho de que quien hoy publique una novela tan intensa como Crimen y castigo, si no tiene un gran aparato de promoción y el apoyo de importantes influenciadores, pueda ganar lo suficiente para pagar la cuenta de la electricidad consumida y el resto de los gastos en que incurrió para escribirla. Más resultados obtendrá si se inspira en cualquiera de las series a su vez inspiradas en La Guerra de las Galaxias.
Háblame de tu última obra, ¿por qué deberían leerla?

Mi última obra publicada es Memoria sin casa. Autobiografía no autorizada (Mc Pherson, Panamá, 2023).
Según quienes la han leído, algunas de las razones para leerla es que, como novela, está muy bien escrita. Además, contiene todo que se busca en una novela: Entretiene; presenta dosis moderadas de drama, humor y erotismo, y cuenta una historia personal de amor, sueños, esperanzas, soledad y frustraciones. Narra la historia del personaje principal, El Trashumante, pero a la vez la historia de su familia y la del país. Es actual, y son actuales y comunes a muchos las ilusiones del protagonista y de la sociedad donde vive; la desilusión llegada con la madurez, el envejecimiento del proceso donde se desarrolló su vida.
Formalmente, no es una novela tradicional. Por ello pueden encontrarse en sus páginas lo mismo un anuncio turístico que una colección de consignas políticas tratadas burlescamente, algunos poemas, cuentos, definiciones de diccionario, reales o inventadas, y hasta discrepancias entre el autor y el narrador. Pero nada es gratuito, todo está en función del desarrollo del ambiente de la obra.
Memoria sin casa. Autobiografía no autorizada está disponible en:
¿Dónde pueden encontrarte los lectores?
Soy bastante activo en:
Facebook (buscar por Rodolfo Alpízar Castillo, no puedo creer que mi enlace sea ese montón de números que dice)
Telegram (menos usado): RodolfoAlpizarCastillo
Y mi dirección electrónica es: alpizar.traductor@gmail.com
Me place mucho haber trabajado con Rodolfo en el mundo literario y gracias a sus consejos y observaciones siento que he madurado en el difícil camino de generar una obra. Espero seguir teniendo el privilegio de contar con su amistad.